viernes, 14 de noviembre de 2008

relatos japoneses, 10. lluvia kyotense







todo tiende al equilibrio. el fantástico martes 21 necesitaba de un triste y lluvioso miércoles 22. la suerte no podía ser tanta. amaneció gris, desde muy temprano los cinco viajeros (y, coincidencia curiosa, clara también) dejaron el hostal k’s house para cambiar por una noche al sparkling dolphins, que desde su nombre nos hacía sospechar algo extraño y que parecía una especie de rally o de ejercicio metafísico ya que había que registrarse en un lugar para ir a otro lugar, en fin. ya con las maletas en el sparkling dolphins (que resultó bastante lindo, amplio y cómodo), nos fuimos en metro al festival, al jidai matsuri, o festival de las edades, donde se celebra, según entendimos el paso del tiempo a través de las eras históricas.

llegamos a la esquina que habíamos decidido ocupar para ver el festival, una hora y media previa a la llegada del desfile a ese punto, en el hostal nos habían insistido llegar con muy buen tiempo. parecíamos ser los únicos que esperaban. el pie de mau dolía enormemente.

comenzó a llover.

siguió lloviendo, llegó el desfile. muchos japoneses vestidos con trajes típicos, representando personajes históricos y eras históricas. desfilaron durante dos horas, bajo la lluvia intermitente. llovió y no paró de llover. los desfilantes cada vez se veían más cansados y más mojados. desde un café una viejita veía feliz como pasaban cientos de jóvenes y adultos, parecía ser un ritual muy importante, tristemente no lo logramos entender. de pronto pasó el último desfilante cuando empezaba a llover más y más, detrás de él los coches fueron avanzando. miles de paraguas ocuparon la banqueta. lo único que queríamos era comer, sentarnos, dejar la lluvia atrás.

después de comer la lluvia seguía, la luz del sol ya no. no dejó de llover un buen rato. el dolor del pie era insoportable. mau desistió de seguir en la calle y su mal humor avanzaba peligrosamente, por suerte lalo viaja con medicamentos de todo tipo y le dio una pastilla para el dolor. los viajeros hicieron “botaning” en el hotel, otro deporte extremo en japón y se rieron. pasada la lluvia fueron a la estación de kyoto a tomar un café (mau necio quería un café) y donas japonesas, hablaron de áfrica y de la india, se rieron, observaron las historias románticas de los jóvenes kyotenses a su alrededor (más bien mau que es un metiche incorregible). se fueron a dormir.

al día siguiente se irían de kyoto, se sentía una ligera nostalgia.

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