domingo, 25 de agosto de 2013

amar el cine


con cariño para ana maría, gisela y  mariana

“Se fue el circo, se irá el cine y otras cosas vendrán
pero al final todos seremos polvo de estrellas.”
Federico Fellini


***

conocí a pancho sánchez en mayo de 1993. yo todavía no cumplía los 17, él tendría 54. el viernes 23 de agosto pancho murió y eso es una gran tristeza, pero así es la vida, un ciclo de vida y muerte. él estaba muy enfermo y pese a toda la tristeza no dejo de pensar en que ya no está sufriendo.


pancho: escritor, guionista, crítico antisolemne. persona, lector entusiasta y cinéfilo. una persona que amaba el cine. cuando lo conocí, para mí el cine era un lugar, no un acto. el cine era para comer palomitas y mirar al actor o la actriz de moda. algo de lo que podía prescindir. y luego conocí a pancho quien vivía para su familia y para el cine. que veía todas las películas, que sabía todo de la magia de hacer cine, que admiraba actores, actrices, películas, géneros, toda una serie de cosas que lo maravillaban una y otra vez. yo, tímido, introvertido, llegaba a casa de pancho sánchez a dejar a mariana y pancho me invitaba a pasar, me obligaba a sentarme en la sala y me hablaba de lo que había visto esa tarde o lo que vería en la noche por canal 11 o por el 22, me hablaba de tal o cual director, en voz de pancho y en su casa supe de kurosawa, de fellini, de tarkovsky, de bergman, de buñuel. supe que existía “ladrón de bicicletas” (la primera película que me “obligó” a ver y esa noche algo sucedió en mi cabeza: eso era ver cine) y el “el ángel exterminador” y “nostlagia”. en casa de pancho vi “el gran éxtasis del escultor steiner” de werner herzog y “fitzcarraldo”. poco a poco, en su casa, durante un año ininterrumpido, asistí a un curso intensivo de cine. no de aprender nombres y fechas, eso lo aprendí por mis manías, sino de mirar el cine, amarlo, vivirlo: necesitarlo. y el curso tenía tarea: ver películas que pasarían en la tele o en la cineteca o en los cineclubes, pancho escuchaba y hablaba fracamente, fuerte, mirando a los ojos y yo salía de su casa con vhs para ver o algún libro, porque igual amaba los libros (mis primeros dos libros de dylan thomas me los regaló él). por azares del destino, me alejé un tiempo en julio de 1994 y en septiembre de 1995 volví y el curso fue aún más intensivo: hablábamos horas de cine, de su amor y mi aversión por las películas musicales, de porque me parecía que los daneses del dogme 95 estaban haciendo algo que valía la pena, de passolini, del gran truco de hitchcock en “psicosis” y de cómo buñuel enfureció a franco con “viridiana”. y después, con el tiempo y la vida y sus cosas, cada vez nos vimos menos pero siempre que nos volvíamos a ver hablábamos de cine. era un placer hablar de cine con pancho, siempre acababa con películas que tenía que ver. mi copia de “el tercer hombre” de carol reed me la regaló él.

en mi biblioteca personal tengo sus libros sobre cine: “la comezón del séptimo arte” (1998), “océano de películas” (1999), “siglo buñuel” (2000), “luz en la oscuridad: crónica del cine mexicano 1896-2002” (2002), “cinefilia es locura” (2004) y “amor al cine” (2009) y los uso como tesoro y como referencia constante, en particular “luz en la obscuridad” que es una de las mejores referencias al quehacer fílmico nacional. tengo también el libro de cuentos “tierra que fue mar” (1996) y uno que aún no he leído, “vida llamada real” (2010).


a mis papás puedo culparlos por mi gusto por mahler, a pancho lo culpo de mi amor por el cine. ¡gracias pancho! lo que me diste no tengo forma de pagarlo.

si hay vida después de la muerte pancho sánchez está en una gran sala de cine, de las de antes, mirando sus películas favoritas, viendo “aventuras en birmania” o “cantando bajo la lluvia”, emocionado ante las imágenes en la pantalla. donde está ya se encontró con luis buñuel y ya le dijo que es lo que hay en la cajita del chino en “bella de día”. seguramente. ya me lo contará cuando volvamos a encontrarnos.



viernes, 16 de agosto de 2013

i don’t dive, but i do swim


“Ítaca te ha dado el bello viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
No tiene otras cosas que darte ya.”
Constantino Cavafis


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37.

treinta y siete. ¿y qué he logrado? de pronto parecería que tengo las manos vacías. a veces me siento como un personaje de murakami: mi centro se ha perdido y no sé, de verdad no sé, por dónde se empieza a buscar. de dónde sale la fuerza para buscarlo. pero, en realidad no me quejo.

el inventario es largo.

amo la música de gustav mahler, a la que vuelvo con frecuencia y que me hace feliz y me atormenta el alma, aunque parezca contradictorio.

tengo mis libros, mis compañeros de viajes, de cafés, de insomnios, de largas distancias, del tiempo recorrido. mis largos monólogos silenciosos hablando con ellos, con sus páginas, sus personajes, sus autores. mis tesoros. voz de gollum.

tengo mis versos. mi voz. mi tinta. mis cuentos. mi silencio. miles de hojas escritas que se acumulan.

tengo mis discos (escribo esto escuchando “the suburbs” de the arcade fire, disco que llegó a mi exactamente hace 3 años, en 2010 y que ha sido un enorme compañero), mis obsesiones musicales, mi soundtrack recurrente. por suerte entre esos discos hay discos que me salvaron la vida.

tengo mis historias. mis aventuras. mis torpezas, mis errores. mis horrores. hay cosas que haría de manera diferente, pero las hice así y no me arrepiento.

mi insomnio, con quién he llegado a ciertos acuerdos.

mis amigos. mi christian. es extraño, pero siendo un lobo solitario, me sé rodeado de gente increíble, con ideas, con voces propias, entusiastas, llenos de vida. llenos de risa. mucho tiempo recorrido juntos. no sé de verdad qué haría sin ellos.

conocí a cuatro de mis cinco abuelos. de todos tengo recuerdos. de los cinco aprendo todavía.

mi familia. hermanos, mamá, papá, anne, lin, ángela, aubrey. lükas. mis basualdo adorados.

he podido ir y venir en mi ciudad, en mi país, en este mundo. he visto, he caminado. me he maravillado. mis ojos han visto el invierno en el sur, los andes, la niebla de montevideo, mi hermoso buenos aires, lo verde en costa rica, el paraíso en la tierra, las grandes planicies, las tormentas feroces de florida, san francisico (no conocí su niebla, habrá que volver), me perdí en londres, me enocntré ahí mismo, berlín hecho pedazos, recontruyéndose, un verso de t.s. en munich que me ayudó a reconstruirme. uffff, japón. volveré. el ruido de los pájaros en tlacotalpan, la humedad del puerto, la niebla xalapeña, el sol oaxaqueño, las montañas en guadalajara cuando entendí porque el dr. atl pintaba lo que pintaba, los paisajes de este país. la lista tiene un fin, claro, pero es interminable. no me puedo quejar.

tengo mi amor por el cine. tengo mi cineteca. Mía.

mi amor por mirar a través de una cámara.

mis miedos.

tengo memoria.

hace tiempo me dijeron que yo no sirvo para clavados. que mientras mucha gente decide algo y lo comienza de inmediato, se avienta al agua y no tiene miedo de empezar, yo me tomo mi tiempo. pero una vez que me meto al agua, discretamente, sin hacer ruido, comienzo a nadar y no me detengo.

el camino ha sido largo y sigue: ítaca no me ha engañado.

esto es lo que soy.




viernes, 9 de agosto de 2013

los pájaros de hitchcock

gracias christian, por haber dicho “quiero ver una película como de suspenso…”


 “…, el cine sí es un bicho. Al que le pica este travieso
animalito se le hace una erupción en la cabeza y ya
no puede jamás dejar de rascarse.”
Francisco Sánchez, “La comezón del séptimo arte”

***

como parte de una obsesión compartida que ha ido desarrollándose este año en casa (llevamos vistas 26 películas del cineasta británico y curiosamente esta vez la obsesión no la comencé yo), volví a ver “los pájaros” de don alfred hitchcock, maestro del suspenso, titiritero de sombras. la película tiene tres actrices: tippi hedren como melanie daniels (la chica guapa), suzanne pleshette como annie hayworth (la exnovia, la amiga) y jessica tandy como lydia brenner (la suegra) y el galán del cuento es rod taylor como mitch brenner. fue filmada hace 50 años, en 1963. y, maravillosamente, sigue dando miedo. 


desde que la vi por primera vez entró en mi lista de películas favoritas y cada vez que la he vuelto a ver confirma su lugar en esa lista. me gusta que el terror venga de algo tan simple y cotidiano. que no nos expliquen por qué comienzan los ataques de los pájaros, ni si al final el pueblo de bodega bay podrá ser habitado por humanos otra vez. me gusta que el misterio se va acumulando desde la secuencia de créditos inicial con los cuervos revoloteando nerviosos y que los ataques irán tomando fuerza hasta que ataquen una fiesta infantil, una tarde tranquila e inocente. que la actriz principal no se cambie su vestido verde en toda la película. y, como bien dice pancho sánchez en su libro “la comezón del séptimo arte” (juan pablos editor, 1998) me gusta la línea principal de la película sea que “los pájaros es un filme sobre mujeres”: entre los personajes femeninos (incluida la hermana de mitch, cathy, que interpreta la niña veronica cartwright) hay una red de complicidades, miradas, sobreentendidos, rivalidades, desconfianzas, alianzas, entendimiento y cariño. en sus miradas y sus diálogos van dejando claro que las relaciones humanas, en esa película, se darán entre ellas, el galán está ahí por necesidad narrativa. y claro, el ojo de hitchcock hacia las mujeres queda plasmado en la pantalla.

pensar que la película tiene 50 años. que con los recursos técnicos de la época se logró que lo pájaros invadieran el pueblo, que atacaran a los niños, que fueran bestias feroces, que los humanos no pudieran defenderse. que al ver las imágenes, esos pájaros filmados por separado de los humanos, sigan inquietando, que siga siendo sorprendiendo, narrativa y visualmente; que al ver como los picos de las gaviotas van rompiendo la puerta de madera uno como espectador sienta horror. hay en “los pájaros” un intento por repetir una escena como la famosa escena de la regadera de su película anterior “psicosis” (1960), cuando tippi hedren se encierra en una cabina telefónica con paredes de cristal y ahí, encerrada en su jaula, los pájaros la atacan una y otra vez.


el cine de hitchcock tiene eso: inquieta, te involucra, quieres que termine el estrés, te identificas con la tensión que viven los personajes, sufres inmensamente, te preguntas ¿ahora qué?

sin duda era un maestro al contar historias de suspenso y sabía cómo jalar los hilos adecuados en los momentos adecuados. con “los pájaros” y “psicosis” asegura un lugar en la historia del cine que ya tenía desde mucho tiempo atrás, director de cine silente en inglaterra en la década de los veintes quien continuará dirigiendo hasta 1976 y que tendrá en su cine películas formidables como “vértigo” (1958), “strangers on a train” (1951), “rebecca” (1940), o “sabotaje” (1942) o con secuencias fenomenales de “topaz” (1969), “cortina rasgada” (1966) o “north by northwest” (1959). sus obsesiones: las carreteras, los trenes, los espacios claustrofóbicos, las sombras y su increíble potencial estético y narrativo, la maldad de la que es capaz el ser humano (no los monstruos o fuerzas sobrenaturales, sino las personas comunes y corrientes), las mujeres, la traición, el humor a pesar del suspenso, las secuencias perfectas. todo eso está en su cine, en sus 55 largometrajes. cine que vale mucho la pena revisar y revisitar.


(nota: según parece, la universidad de guadalajara en 1990 publicó una monografía del cine de hitchcock escrita por guillermo del toro. habrá que encontrarla.)

(nota dos: como parte de su sello, alfred hitchcock aparece en sus películas en algún momento, no actúa, sólo aparece. el público lo esperaba y lo buscaba. así que hitchcock descubrió que si el suspenso iba a ser intenso desde el inicio, él aparecerá en los primeros minutos para no distraer al público.)


(nota tres: hitchcock filmaba vestido de traje y corbata. sólo en la filmación de “el hombre que sabía demasiado”, la segunda versión, la estadounidense de 1956, cuando filmaban en marruecos, se quitó el saco y la corbata para filmar)

jueves, 1 de agosto de 2013

berenice, su pasión

con cariño, para pancho sánchez

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volví a ver “la pasión según berenice” de jaime humberto hermosillo, película filmada en aguascalientes, méxico, en 1975, pero esta vez es diferente, esta vez la vi en pantalla grande, en la cineteca (“mi cineteca”). 



esta es una de mis películas favoritas y comparto la opinión de francisco sánchez (escritor, guionista, cinéfilo, cineasta, crítico de cine) de que esta es, quizá, la mejor película hecha en méxico. puede ser que comparta esta opinión por dos razones: la primera, aprendí a ver cine gracias a pancho sánchez quien me “obligó” a ver películas, quien me enseñó a ver el cine no como un acto de entretenimiento sino como un arte disfrutable y no necesariamente solemne, así que mucho de su forma de ver el cine me influyó notablemente, aunque nunca me logró convencer de su afición por los musicales; la segunda, es una película que me habla.


brevemente (hablaré de la trama y del final de la película, si no la han visto y no quieren saber más, salten al último párrafo): berenice (martha navarro) es una mujer que vive con su madrina (doña emma roldán), una vieja usurera y enferma. berenice se encarga de lavarla, cuidarla, alimentarla, darle sus medicinas, llevarla a misa y al cine los domingos. la madrina no camina, está en cama revisando sus cuentas y los intereses que cobra. parece (creo yo) que se tienen cariño, gratitud, se acompañan. un día muere el médico de la madrina, amigo de toda la vida. en el velorio aparece rodrigo (pedro armendariz jr.) quien regresa desde la ciudad de méxico para el funeral de su padre. ahí se miran por primera vez berenice y rodrigo. ella tiene una cicatriz en la cara, es viuda, cuando rodrigo pregunta por ella le cuentan que ella mató a su marido y otras cosas, en la voz popular se le desprecia bastante. los dos se desean. se conocen, hablan, se vuelven un poco amigos, rodrigo le dice que no cree en el matrimonio y que cree en la libertad, berenice le dice que cree que la amistad y el amor son sentimientos mezquinos, que el odio es de los sentimientos que valen la pena. berenice se deja seducir, aunque en realidad ella tiene claro que rodrigo va a ser suyo. rodrigo se debe ir, quiere aprovechar que ahora tiene dinero heredado y no debe trabajar y quiere conocer el país. la madrina se pone grave la última noche que rodrigo está en aguascalientes. creen que no sobrevivirá la noche y berenice siente que con esa muerte podría irse con rodrigo. irse. la madrina no muere, rodrigo se va, berenice se queda. atada como está, sabe que la única forma en que se podrá ir es cuando muera su madrina, así que esa noche le prende fuego a su madrina en la cama, a todas las facturas y letras de la usurera, al dinero, a la casa, a la ropa, a todo. basta. berenice sale de la casa en llamas y se va con lo puesto, sin llevarse nada, sin robarle nada a su madrina, sin deberle nada a nadie, sin dejar nada que mirar hacia atrás, mientras se escucha la segunda sinfonía de gustav mahler. cuando inicia la película emma roldán le dice a berenice: “volviste a soñar con el fuego berenice”. el fuego será liberador. fin.


¿qué me gusta de esta película? me gusta el lenguaje no verbal: el rostro de berenice, sus ojos, sus sonrisas o tristezas reflejadas en el rostro, el uso del close-up (al más puro estilo bergman) en una actuación fenomenal de martha navarro; lo que no dice, lo que nunca sabremos de ella porque no le da la gana contarnos de su vida y nos dice que su leyenda es más interesante; berenice oliendo, sintiendo su propia mano después de tomar la mano de rodrigo, las múltiples formas del deseo; el deseo que quema a berenice y que el deseo no sólo la quema a ella sino a otros personajes; la presencia de berenice en todas las tomas (dice pancho sánchez en uno de sus ensayos que sólo en dos tomas no aparece martha navarro, no me fijé pero le creo; que berenice es más persona que cualquiera de los demás personajes de buenas costumbres y moral estricta; la maldición o decreto hacia rodrigo la última vez que se ven “te odio, pero ojalá te vaya muy bien” y su sonrisa; me gusta que la película empieza con un incendio, un caballo en llamas. y que termina con mahler y las llamas envolviendo la casa; que no es una venganza contra su madrina, de hecho se quieren (creo), pero sí una ruptura: berenice necesita irse y no mirar atrás y sólo así lo puede hacer.


además, como buena película de hermosillo, refleja (casi antropológicamente en lo visual) una realidad de un país que ya no existe: esos colores, esa ropa, los peinados, los enormes cines con “permanencia voluntaria” o sus intermedios, los trenes de méxico que nunca llegaban ni salían a tiempo (esos viajes donde el tiempo era materia extraña, sin horarios, sin orden alguno) y que ahora se han perdido para siempre… independientemente del escenario, la historia que cuenta la película es totalmente actual.