domingo, 26 de octubre de 2014

la mirada presente

para ángela, que me insistió en que viera el documental

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cuando hace años supe que john cage había compuesto organ²/aslsp (as slow as possible) y que su interpretación duraría 639 años en una iglesia de alemania, sentí escalofríos ante pensar en una pieza musical donde lo importante no es la música en sí sino el planteamiento filosófico y estético. que la obra se esté tocando actualmente y que su próximo acorde sonará en 2020 me hace sorprenderme de la conceptualización de la pieza. de por sí, cuando pienso en gustav mahler concibiendo mentalmente cada pieza de sus maravillas sinfónicas y me maravillo, pienso en qué habrá sentido don john cage en el sólo hecho de pensar esta obra. lo más increíble de la pieza no es la música, es la idea.

esto viene a cuento porque acabo de ver un documental que se llama “the artist is present” de marina abramović (nació en serbia en 1946, este año, muy pronto, cumplirá 68 años). el documental muestra la puesta en escena de una obra que se llamó así, “the artist is present” y que se presentó en el MoMA de nueva york del 14 de marzo al 31 de mayo de 2010 como la pieza principal (¿es un pieza como tal?) de la retrospectiva que organizó el museo para esta artista. la abuela del performance art, le dicen. la que usó y la que aún usa su cuerpo como lienzo y como material de trabajo, su cuerpo como medio y como forma. fue de las pioneras en esto y es una de las muy grandes en el mundo del arte contemporáneo (por cierto: no soy muy amigo del arte contemporáneo y menos amigo del performance). 


la pieza consiste en sentarse en una silla, frente a la silla hay una mesa y otra silla, dentro de un espacio vacío, y que la gente que quiera se siente en la silla y se miren a los ojos. durante ese tiempo marina abramović le dedica la mirada a esa persona y sucede que la otra persona y marina tienden un puente de miradas hasta que el espectador se levanta y se va. y así sucedió todos los días, durante las horas del museo. una de las tensiones narrativas del documental es: ¿logrará la artista estar tantos días sentada frente a un público, sentada y sin moverse, silenciosa, mirando? otra de las tensiones narrativas: ¿qué ve el espectador?




la pieza se apoya en la mirada. la mirada del otro: el poder entender la presencia de otro cuerpo, como un espejo (o no, pero el simple hecho de mirar al otro logrará que exista un puente, sin que otra cosa suceda, no hay contacto físico ni diálogo, es una mirada que sucede ahí y entonces). el arte de esta pieza en particular se vuelve una conexión estética con algo que está ahí y que no necesariamente se puede explicar y sucede la maravilla del arte: logra que cada persona se acerque a la obra de una manera distinta, le gustará o no, le moverá o no, pero el hecho es que la obra está sucediendo en un espacio específico y logra que suceda una conexión con un espectador, con un público, con un momento. hay, en la obra “the artist is present” una manera diferente, personal y aún así muy poderosa de hacer arte. es algo crudo. algo que está ahí: es como escuchar la tercera sinfonía de h. gorécki por primera vez o ver un cuadro de rothko o ver el cuadro de san sebastián de mattia preti (de 1660)o estar frente a cualquier pieza de arte que conmueve al espectador desde adentro y le quita la fuerza para estar de pie.



en fin, un documental poderoso que habla de una artista y de una pieza poderosa. lo importante, de nuevo, quizá no es la pieza en sí, sino la idea. la presencia de la mirada. todo lo demás, sale sobrando.

(una de las cosas interesantes que plantea abramović es que el arte es un negocio y un trabajo con cronogramas a cumplir, negociaciones, viajes, llamadas y faxes, algo que desde el punto de vista del artista no necesariamente es conceptual o glamuroso. Otra de las cosas interesantes es que en el documental se habla y se muestra parte de la obra que abramović realizó junto con quien fuera su pareja, ulay, en particular dos obras: una caminata en la muralla china desde los extremos para encontrarse y terminar su relación amorosa y laboral y sostener una postura sosteniendo un arco y una flecha, uhhhh)


jueves, 2 de octubre de 2014

veinte años, dummy.

lunes, 22 de agosto, 1994. esa semana: me descalabré, me perforé la oreja, tuve muchísimo miedo al amanecer oliendo cierta piel, conocí a mi amiga iliana, me inscribí en la facultad en una carrera que no terminé. apareció el disco “dummy” de portishead. ese lunes. veinte años. de ese tiempo quedan pocas cosas: iliana sigue siendo mi amiga, “dummy” sigue siendo un disco poderoso, de los que no me desprendo, que sigue siendo parte de mi hilo musical. casi todo lo demás es diferente.


“dummy” empieza con estas palabras de la canción “mysterons”:

“Inside your pretending
Crimes have been swept aside
Somewhere
Where they can forget”

con ese disco y esas palabras empieza la historia de portishead, el grupo de bristol conformado por beth gibbons, geoff barrow y adrian utley. los primeros años del trip-hop. vendrán después “portishead” (publicado también un 22 de agosto, pero en 1997, obviamente, en el año en que todo ocurrió) y “third” (2008). sería lindo tener un nuevo y cuarto disco, pero esa es otra historia.

“dummy”. son 11 canciones, son 49 minutos. era una época en que se compraban discos (hay los que aún lo hacemos, muy felizmente, defendemos nuestra versión análoga del mundo), se abría el disco, se ponía en el reproductor y se escuchaba, de principio a fin. lo compré junto con otros dos, llegué a casa de noche, los abrí y los fui escuchando. cuando comienza “mysterons” supe que escuchaba algo revelador, un descubrimiento, algo conmovedor y agridulce. en la segunda canción, “sour times”, el disco me tenía inmóvil. con la quinta canción, “wandering star”, era inevitable perder el aliento, la melancolía desbordada. en la octava canción “roads”, la más absoluta maravilla: todo el placer del dolor bonito. ahí hay un momento antes-después de mi vida, no lo dudo: después de escuchar ese disco, las notas finales de “glory box” cerrando el disco, esa noche, ese lejanísimo agosto de 1994, algo había cambiado para siempre. había vivido la experiencia de escuchar música para el tacto.



de ese disco, la canción “roads” me sigue erizando la piel cada vez que la escucho: veinte años después sigue siendo nueva, mágica, nostálgica, feroz. poderosa como pocas:

“Oh, can’t anybody see
We’ve got a war to fight?
Never found our way
Regardless of what they say

How can it feel this wrong
From this moment?
How can it feel this wrong?”


(acá, la versión en vivo, del “roseland nyc live”)