jueves, 24 de junio de 2010

Despidiéndome de Saramago


“Con la muerte no se discute, se acepta”

“Hacia la hora del mediodía, con la marea, La
Isla Desconocida se hizo por fin a la mar, a la
búsqueda de sí misma”

José Saramago



(viernes 18 de junio del 2010 por la mañana, hace frío. llovió toda la noche, se me empieza a hacer tarde para salir al mundo real, tengo una reunión en 40 minutos y todavía no me he bañado pero estoy reviso y respondo correspondencia electrónica en casa. de pronto, de reojo y con la regadera ya abierta leo una pequeñísima entrada en un portal de noticias: Murió Saramago. el aliento se me va por un segundo, me siento y no me lo creo. se murió saramago. la gran tortuga se fue. en ese momento abro mi cuenta de facebook y escribo sin creerlo aún “buen viaje Saramago! :( ”. bajo la regadera pienso en lo que significa su muerte, pero sobre todo lo que significó en mi vida. el día sigue, el fin de semana sigue, se suceden las notas y comentarios, los amigos en facebook comentan y el luto es general, compro “la jornada” con su foto y le dedicó el fin de semana a pensar en lo que (me) dejó)

Murió José Saramago, gran persona, cara de tortuga, viejito portugués de 87 años. Murió en la isla que amaba y que adoptó como su otra casa, Lanzarote, murió cerca de su mujer y traductora al español, Pilar del Río, murió tranquilo dicen, de pronto estaba, de pronto ya no.

Lo primero que leí de Saramago fue El evangelio según Jesucristo. Era abril y era 1997. Estaba en Londres, lejos de casa y llevaba una maleta llena de libros. Éste en particular me lo regaló mi amiga Cecilia Pedernera unos días antes de dejar México. No era el mejor tiempo de mi vida, el corazón, la brújula y el dinero estaban en caos absoluto y no sabía qué hacer. Así que como buen método de autodefensa evasiva me puse a leer obsesivamente y para mi sorpresa fue un libro que se prestó a ser leído obsesivamente. Lo disfruté horrores: libro crítico, inteligente, genial, fondo y forma perfectos y mi enamoramiento de las letras de Saramago fue absoluto.

Al regresar a México, entre agosto y diciembre de ese año, obsesivo y necio como soy, conseguí y leí Historia del cerco de Lisboa, Manual de caligrafía y pintura, Casi un objeto y El año de la muerte de Ricardo Reis, libro que considero el que más cariño le tengo de los escritos por Saramago (y que tengo firmado con su puño y letra y la fecha 28 de febrero del 2001, cuando le di la mano y lo miré a los ojos y le dije “Gracias”). Luego leí, en tres días Ensayo sobre la ceguera, uno de los mejores libros que jamás he leído y también uno de los más aterradores (mismo que presté y ya no sé donde quedó, ja ja, tendré que volverlo a comprar). Después vino esa mañana de de octubre de 1998 cuando mi mamá tocó la puerta de mi habitación y me dijo “Mau, le dieron el Nobel a Saramago”. Enorme felicidad. Llamadas telefónicas entre los amigos, compartir libros, leer sobre el Nobel portugués, escuchar a Madredeus.

Después pasarían los años y leí Levantado del suelo (que no me hizo feliz), Todos los nombres (¡que también presté y no sé a quién!), La caverna (que, como es una trilogía, también presté y tampoco sé a quién, el colmo, pero que me afectó de manera importante por el dilema de vivir siendo alguien y actuar como otros quieren que uno actúe), La balsa de piedra, novela que me emocionó y me hacía aplaudir de felicidad, El hombre duplicado y Memorial del Convento. También leí El cuento de la isla desconocida, cuento largo o novela corta que me hace muy feliz.

Tengo en mi biblioteca personal las últimas tres novelas que escribió (El viaje del elefante, Caín y Ensayo sobre la lucidez) pero no los he leído. Supongo que esté será el año para hacerlo.

En fin, lo que quiero dejar escrito aquí y ahora, es que José Saramago es un escritor que para mí ha tenido una gran presencia y una gran influencia. Ha estado ahí desde hace 13 años. Su forma de escribir me ha maravillado una y otra vez. Es uno de los escritores y de los seres humanos fundamentales para mi, para mi manera propia de escribir, de percibir el mundo y un ejemplo a seguir: empezó a dedicarse a la escritura a los 55 años y a partir de ahí, durante 32 años disfrutó escribir y dijo lo que era necesario, contó las historias que necesitaba contar. Coherente ideológicamente hablando, interesado por la humanidad y lo humano, defensor de un espectro político-ideológico con el cual me identifico a pesar de lo utópico que es. Fue un hombre que disfrutó la palabra escrita y la palabra hablada: su lectura favorita eran los diccionarios. Amaba su idioma, su isla, su Lisboa, su Portugal, el Portugal de Fernando Pessoa y a su mujer. Su obra es ese espejo.

Sin duda, seguirá doliendo un rato más esta ausencia. Pero lo que (me) dejó es enorme y no tengo manera de agradecerle, sino escribiendo esto, recordando que le dije “Gracias” e invitándolo a cenar a casa cada día de muertos.

Adiós Saramago, siempre harás falta.

viernes, 28 de mayo de 2010

múm, cenizas en el aire


(tocaron, eran siete, eran mil, unas luces y humo, las voces llenaron el espacio y comenzaron un viaje que duró unas dos horas, múm cantaba y tocaba, jugaban con sus voces y la música, fue hermoso, fue muy hermoso y afuera llovía. es impresionante como estos siete islandeses que trajeron un poco de cenizas del famoso volcán islandés hacen música jugando, entregándose, sudando y dejando que la belleza vaya saliendo lentamente hasta los oídos y los ojos del espectador. el concierto de múm en mayo del 2010, ciudad de méxico, un momento maravilloso. momentos maravillosos. "blessed brambles", "marmalade fires", "sing along to songs you don't know", "húllabbalabbalúú", "a little bit, sometimes". y el final, "green grass of tunnel" explotando. mi piel se erizó de tanta belleza más de una vez. gracias múm, you are so beautiful to us)

para ana y canek

jueves, 27 de mayo de 2010

Insomnio, 1

No es la primera noche del insomnio, no. éste empezó hace muchos años, demasiado tiempo como para reconocerlo, tendría yo ¿16? ¿17? cuando comenzaron las noches sin poder dormir, las ideas siempre por ahí, saliéndose de mi cabeza para que la noche se llenara de ruidos que no me dejaran dormir. Durante el último año ha sido un poco peor, cada noche un poco peor, cada noche, a veces, demasiado ruido adentro de mi. puertas que se abren, pasos que recorren mi sangre, miradas desde la oscuridad, versos que quiero escribir pero que huyen de la tinta, fantasmas inocentes que juegan con la memoria, fechas que se están inquietas, recuerdos de personas o puertos o habitaciones, obsesiones como tratar de recordar dónde fue que la habitación olía al cigarro de mis abuelos o quién estaba ahí cuando canté por última vez, las fotografías que pierden color, los versos de Gelman o Borges o Pessoa retumbando en mi cabeza. A veces el insomnio es una cadena de sueños. A veces el insomnio puede anunciar algo. Esta noche calurosa de mayo no puedo dormir. La ciudad está en silencio y en casa todos duermen, mi gato y mi pareja. Yo escribo, paseo por mis letras, leo un poco, escucho música de otros tiempos. Necesito descansar, dejar de pensar. A veces me pregunto ¿de qué lado del espejo estoy? ¿en el otro lado duermo plácidamente? ¿en el otro lado no me despierta la inquietud? En fin, este insomnio no es nuevo, es un extraño compañero. Ahí está. Espera que venga la noche para encender su luz, comenzar sus ruidos. Aquí estoy, bebiendo una taza de té, esperando que venga el sueño y nos derrote.

jueves, 13 de mayo de 2010

Algunas cosas sobre Fernando Pessoa



“Traigo dentro de mi corazón,
como en un cofre que no se puede cerrar de puro lleno,
todos los sitios en donde estuve,
todos los puertos a donde llegué,
todos los paisajes que vi a través de ventanas o portillas,
o desde toldillas, soñando,
y todo eso, que es tanto, es poco para lo que yo quiero”

Álvaro de Campos




Descubrí a Fernando Pessoa gracias al poema de Juan Gelman yo también escribo cuentos, poema que descubrí en el audio cassette que me regaló mi amiga Mariana Sánchez en 1995. Tras investigar un poco quién podría ser el poeta portugués del que hablaba Gelman en sus versos descubrí que efectivamente existía un poeta portugués, quien trabajaba en la administración pública del Portugal, y quien tenía más de un poeta adentro. Fernando Pessoa, nacido en 1888, escribió poesía y prosa, tanto con su propio nombre como con otros heterónimos, cada uno con su propia voz y su propia historia personal. Se conocen varios heterónimos pessoanos siendo los más conocidos: Bernardo Soarez (prosista), Ricardo Reis, Alberto Caeiro y Álvaro de Campos (ingeniero naval y amigo íntimo de Pessoa). A través de estos personajes y de su mismo personaje, un empleado público del Portugal, Pessoa escribió y escribió versos y maravillas. El 8 de marzo de 1914, sentado en su escritorio, bebiendo vino, Pessoa sintió que tenía muchas cosas que decir y que no le bastaba ser él mismo, así que escribió durante toda la noche y nacieron los tres heterónimos poetas, esa noche cobraron forma y vida cada uno de estos personajes, sus biografías, distintas entre sí, reflejadas en la forma de hacer versos, de tomar al mundo, incluso de visiones poéticas y políticas. A partir de ese momento, y hasta su muerte por cirrosis en 1935, Pessoa, monárquico furibundo, anti-demócrata, anglófilo, escribió una obra inmensa y poderosa, que aún hoy no se conoce del todo.

Tengo en mi biblioteca personal varios libros con distintas facetas de Pessoa, pero hay dos tomos en particular, la edición bilingüe de su obra poética (que es una antología de los 3 heterónimos principales y del mismo Pessoa) que me han acompañado desde 1996 en que cayeron en mis manos. Han viajado conmigo, han sido leídos en las buenas y en las malas, tienen notas escritas con mi letra, versos subrayados, notas mentales y una página que llegó ahí por razones todavía no muy claros para mi, en fin, esos dos tomos, han sido grandes compañeros en los últimos catorce años. Además, la edición bilingüe me ha permitido disfrutar los versos en su idioma original, jugar con su sonido y sus acentos.

(En las revisiones mentales de los últimos días descubro un hecho que exploraré después: hay tres poetas importantes para mí, Allen Ginsberg, Juan Gelman y Fernando Pessoa; hay cinco contadores de historias importantes, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, José Saramago, António Lobo Antunes y Haruki Murakami; es decir, de estos ocho personajes que han definido mi persona personal y literaria hay tres portugueses y tres argentinos)

Algunas cosas. Cuando leí Tabaquería por primera vez, 1997, lloré un poco de la emoción y de la fuerza de los versos, recuerdo el sol en mi cara, el parque desde donde lo leí en voz alta, la soledad de entonces. Pessoa es un gran compañero para todo aquel que tenga un lindo romance con la palabra escrita. De hecho, la novela El año de la muerte de Ricardo Reis de José Saramago, libro que tengo autografiado por su autor, es un homenaje a la persona Fernando Pessoa, a Lisboa, al portugués y a la suadade. Pessoa es de los invitados a cenar en casa en el día de muertos y eso me hace feliz.

Esta semana, en una noche de insomnio, hilando acontecimientos (Buñuel, Bella de día, Manoel de Oliveira, cine, un whisky por favor, regalos de aniversario, internet, más Oliveira, Lisboa, Eça de Queiroz, Pessoa, internet otra vez, una amiga que pregunta, insomnio feroz, etc.), volví a los versos de Fernando Pessoa, buscando un verso en particular que me ayudara a definir la obra y la manera de pensar de Pessoa. Tras varias horas lo conseguí: "seré siempre el que esperó a que le abriesen la puerta junto a una pared sin puerta" Este verso habla de Pessoa, de la saudade en su poesía, de la nostalgia y de la lluvia, pero además, desde la primera vez que lo leí sentí que me habla a mí, directamente a mí a través de los siglos y del mar, me habla (además) de mi mismo.

En fin, esto es lo que quería compartir. Vuelvo a escribir en este espacio, después de un largo silencio.


(esta nota se la dedico con mucho cariño a tres personas: a Laura, porque también le gusta Pessoa; a Shane, que me hizo releerlo estos días; y a Luis Enrique porque su blog me hace feliz)