"Que recolectar hojas y reconocer árboles es una
forma
hermosa de resistir: devenir sueño de células:
dibujarlas y
respirar."
Maricela Guerrero
leer poesía a finales del 2018. si,
2018: el año en que un innombrable volvió al poder en colombia con lo que
iniciaron los recortes a la universidad pública y el incremento en gasto para
armamento; cuando en brasil se eligió a un candidato abiertamente fascista,
misógino, racista, homófobo y que niega el calentamiento global para dirigir un
país multidiverso; cuando en méxico hay una abierta preocupación xenófoba de
parte de la población contra la caravana migrante de centroamericanos con
argumentos que seguramente harán sentir orgulloso al presidente trump de ver
cómo podemos ser como él; cuando el número de feminicidios aumento; 2018 y
todavía tenemos que salir a las calles a pedir derechos. leer poesía, ¿para
qué?
pero. si. leer poesía para decir no. en el libro el sueño de toda célula
de maricela guerrero (méxico, 1977), ediciones antílope, sucede algo
maravilloso: nos habla del placer gozoso de hacer resistencia. el libro ganó el
premio clemencia isaura de poesía 2018
que otorga el instituto de cultura de mazatlán, sinaloa, méxico. la edición
muestra el sello característico de amor por el objeto impreso de esta
editorial. toda su hermosura inicia al abrir el libro.
desde el lenguaje y la lengua, la que se
enuncia, la que llevamos en la boca, a través de pequeños actos: hacer
resistencia. maricela guererro comienza hablando de una profesora, la recuerda
y la enuncia, este acto tan mexicano de recordar el pasado y las personas que
fueron relevantes, recuerda a la maestra olmedo y nos comparte su voz, las
cosas que decía y cómo las decía, nos comparte cómo sucede la maravilla de
tener una profesora o profesor que logra abrir los ojos de un grupo de alumnos
(en este caso, sólo alumnas porque no era un colegio mixto) y cómo sucede
entonces el placer de detenerse a recolectar
hojas y reconocer árboles y usar el tiempo y las voces para detenerse y ser
más persona. no mejor: más, menos un
sujeto alienado a las necesidades del mercado, del capitalismo, del
patriarcado.
a partir de recolectar hojas y reconocer árboles suceden cosas: se reconoce el
derecho al agua de comunidades indígenas, el derecho a usar un idioma, la
maravilla de saber la distancia y el tiempo en la que está una persona que se
quiere ver. se reconoce el derecho a defender un árbol ante un esquema
utilitario que lo quiere hacer papel o muebles o casas o dinero. pero defender
un árbol es defenderse a sí mismo. es decir en voz alta “no pasarán”. es decirlo a pesar de que sabemos que probablemente
pasen como han pasado infinidad de veces pero decirlo nos vuelve parte de la
resistencia.
escribe maricela guerrero:
Preguntas
¿Escribimos
poemas para preservar la especie?
Escribimos
poemas y trazamos rutas para
transmitir
una información que muestre cómo
seguir la
vocación de alegría:
luciérnagas
bacterias
luminosas
Echarse al
lomo de la loba bosque arriba.
Detener es
otra forma de fluir.
¿de dónde vienen las palabras? ¿cómo
enunciamos el mundo? ¿cómo nos decimos que estamos aquí? ¿cómo nombramos lo
importante? ¿quiénes estarán con nosotros cuando haya que despertar de o
enfrentar la pesadilla? estas parecieran algunas de las preocupaciones detrás
de los verdes versos. es un libro de árboles, de enseñanzas, de lobos que
corren, de enfermedades, del hambre, de la defensa del agua, de hechos, de
combustiones, de sueños, de células, de
palabras con las que se construye. es un libro de construir comunidad: “el sueño de toda célula es devenir células,
y millones de ellas participan de esta: nuestra respiración”. “Soltemos la idea de que estamos solos”.
escribe maricela guerrero:
Estoy aquí
hablando en lo que tengo porque
respirar
contigo es una transformación que produce
aliento.
este es un libro
hermoso. brutalmente hermoso: leerlo genera eso que han de sentir las luciérnagas
cuando se encienden. nos enseña una enorme lección: ahora, hoy, aquí, en estos
días, en cada uno de nuestros territorios: leer poesía, reír, darse tiempo para
lo gozoso, recolectar hojas o piedritas, preparar una taza de café para beberla
a solas (o en compañía) pero sin prisa alguna, ver llover, cocinar con los
amigos, caminar sin rumbo o propósito, acariciar un gato, recordar, oler una
mandarina antes de comerla, hablar de lo diverso en el cuerpo y el lenguaje,
disfrutar una palabra en el paladar: son hermosas formas de construir
resistencia. y en eso estamos. eso hacemos. la revolución de las cosas
pequeñas.