lunes, 28 de diciembre de 2015

con lo que nos construimos

“La noche tiene la forma de un grito de lobo.”
Alejandra Pizarnik
  
termina el año, hay que organizar cosas. acomodando papeles, cartas, fotografías, recortes de periódico, hilos, recuerdos y cosas encontré una fotografía.


la debo haber tomado en 1992 o 1993, realmente no recuerdo. no sé dónde la tomé, no recuerdo nada alrededor de la fotografía en sí: es un camino de tierra, rodeado de maleza, un cielo con nubes de tormenta o nubes que reciben luz antes que termine el día. la imagen es blanco y negro, la tomé con una cámara análoga, mi antigua réflex. hubo un negativo involucrado, papel fotográfico y magia de laboratorio de fotografía, olor de químicos, luz roja, ese instante en que el papel blanco empieza a mostrar lo que se quedó fijo. el tiempo, seguramente, ha hecho su trabajo pasando sobre la imagen y quitándole un poco de nitidez.

la foto me hizo sonreír. no recuerdo nada de lo que hay detrás de esa imagen inmóvil, no recuerdo su historia en mi propia historia. lo que me sorprende es la certeza que 23 o 22 años después seguramente habría hecho una fotografía similar de haber estado en el mismo camino, la misma maleza, las mismas nubes. me hubiera quedando horas (minutos, porque el atardecer es increíblemente efímero) mirando esas nubes. la obsesión visual y estética sigue ahí. me da risa darme cuenta, de una manera tan clara, que al final las obsesiones son con lo que nos construimos. nuestras obsesiones son nuestra historia, una especie de piel. al final del día, somos nuestras obsesiones.

somos nuestra memoria. nuestros discos, lo que leemos. lo que comimos. los viajes. las palabras que elegimos, el tiempo con los amigos, los amores felices y tristes, el miedo que nos gana, los insomnios. lo que vemos. lo que compartimos.


(después de mirarla y de reírme de mi mismo, le regalé la foto a christian sin pensarlo. alguien que ha tenido que lidiar y aguantar mis obsesiones. que le toca escuchar mis monólogos sobre el amanecer y la luz y el atardecer y la luz y las nubes y los paisajes y la luz que entra por la ventana y como la luz sobre las hojas y la luz cuando empieza el día o cuando es reino de penumbras, alguien con quien comparto el amor por el cine filmado por gabriel figueroa. alguien infinitamente paciente con mis obsesiones, mis miedos y los lobos que me habitan)

lunes, 14 de diciembre de 2015

40 años de un disco de patti smith

“the landscape is moving”
Patti Smith


escribí antes, este mismo año: en 1975 patti smith grababa “horses”, el disco que va a cumplir 40 años en diciembre, el primer disco. para la portada del álbum le pidió a su amigo, expareja y compañero robert mapplethorpe que tomara la fotografía. la fotografía era física y relevante, robert jugaba con la luz y la obscuridad, patti con las palabras.”

ayer, 13 de diciembre, “horses” cumplió 40 años de haberse aparecido ya como disco, ya como producto terminado. ayer fue día de fiesta. estos días he estado recorriendo el disco de ida y vuelta, una y otra vez, escuchándolo, haciéndolo la banda sonora de los últimos días y de los insomnios de la semana. todavía me sigue maravillando como cuando lo escuché en el radio hace muchísimos años ya (el mundo era otro: estudiaba arquitectura, cuánto no había pasado, cumplir 40 años aún parecía algo tan lejano y ya este año varios de los amigos más cercanos lo han hecho y vamos para allá a pasos agigantados).


pienso en esos lejanos jóvenes que fueron los primeros en escuchar el disco. era diciembre y hacía frío, era nueva york o londres o san francisco y era 1975. el disco mostraba una patti smith muy joven, andrógina, su camisa muy blanca, recargada contra la pared. una de las fotografías ícono de robert. esos blancos y negros tan poderosos de su fotografía. el título: “horses”. el primer disco de patti smith. la emoción de haberlos escuchados en vivo en algún recital y ahora tener el disco en las manos. la sensación de abrir el disco, colocar el vinil en la tornamesa y escuchar la primera frase: “jesus died for somebody’s sins but not mine”. toda la fuerza, toda la potencia de una música muy básica, algo experimental, totalmente sincera, una letra extraña, versos y palabras envolviendo esas melodías. esa voz. ya había pasado woodstock y ya habían muerto jimi hendrix y janis joplin y jim morrison, bob dylan y leonard cohen llevaban algunos discos y ese año también aparecía en el mundo de la música david bowie (¿imaginar la historia de la música hoy día sin “horses”, sin bowie? no).

el tiempo, que suele arrasarlo todo, aún nos permite escuchar las 8 canciones de “horses”. si, hay momentos en que la música que surge del disco tiene esa edad, pero nada con 40 años puede negar el paso del tiempo. john cale produjo el disco. los músicos fueron patti smith, lenny kaye, jay dee daugherty, richard sohl e ivan kral. el disco incluye “gloria”, “redondo beach”, “birdland”, “free money”, “kimberly”, ”break it up”, “land [horses/land of a thousand dances/ la mer(de)]” y “elegie”. son poco menos de 44 minutos. ya con la magnífica “land [horses/land of a thousand dances/ la mer(de)]” el disco habría valido la pena. es de esas canciones que no me canso de escuchar. a veces, pasan meses sin que la escuche y de pronto aparece y me vuelve a sorprender. me regresa esa ansia. ese extraño temblor. estos jóvenes que hicieron “horses” apenas iban descubriendo su mundo: hicieron esto y ha sido toda una vida, toda una historia.

enorme disco “horses”. la alegría de haberlo encontrado en esta vida (pienso que, más o menos, el disco me ha acompañado 20 o 19 años).