lunes, 24 de marzo de 2008

ilona vuelve, el gran homenaje a mätti pelllonpää


La semana pasada, necio como pocos, volví a la cineteca a ver "Nubes pasajeras" (o "Cambio de vientos" o "drifting clods" o "Kauas pilvet karkaavat") del cineasta finlandés Aki Kaurismäki, filmada en 1996.


En esta película, que vi hace diez años más o menos, Kaurismäki vuelve a hacer un retrato del personaje marginal finlandés, el empleado cercano a los cinecuenta o cuarenta años que de pronto pierde el empleo, porque así son las cosas y no hay nada que hacerle. Ilona (interpretada por Kati Outinen, una vez más genial) que no sabemos si es la misma Ilona de "sombras en el paraíso" pierde su empleo en el restaurante Duvrobnik, no por que ella hiciera mal su trabajo sino porque el banco compra el restaurante y todos los empleados de ahí dejarán de trabajar ya. Su esposo, Lauri (Kari Väänänen) pierde su empleo como condutor de tranvía unos días/semanas antes. Ilona, Lauri, y los demás, irán cayendo a lo más bajo, lo más bajo hasta que una idea de Ilona y el portero del Dubrovnik da frutos y logran poner un restaurante comunitario que se llamará Työ (Trabajo), es la cachetada con guante blanco que dará este grupo de finlandeses a la sociedad en general, a los que no los ven, a los que los olvidan. Ilona y Lauri, acompañados por su perro, mirarán las nubes pasar al final de la película, un símbolo de que todo va mejor ya.


Lo que más me gusta de esta película, además de ser de alguna manera, ahora si, un filme político sobre la desesperación y el desempleo en una de las naciones estadísticamente más prósperas de Europa es que hayan llevado a cabo la película. Originalmente, Ilona sería un personaje secundario como lo es Lauri en este filme, y Lauri estaría interpretado por Mätti Pellonpää, pero él muere dos semanas antes de inciar el rodaje. Kaurismäki y Outinen deciden no suspender la filmación porque Pellonpää no se los hubiera perdonado, cambian del guión de forma que el personaje de Ilona sea el principal y en el rostro frío de Outinen cobra vida el personaje central. Hay un hermoso homenaje en la película, Ilona y Lauri tuvieron un hijo, que ya murió (no sabemos nada de él, no sabemos ni su nombre, ni cuando murió, ni de qué murió), sólo sabemos que está muerto y que existe la foto de un niño en casa de ellos. Kati Outinen observa hacia "ninguna parte", la foto del niño en primer plano (el niño es en realidad una foto real de Pellonpää de niño), pasan algunos minutos y los ojos de Outinen se llenan de tristeza y belleza, su rostro habla fuertemente en el silencio narrativo.


Lindo homenaje que entibia las manos.


Eso quería compartir.

sábado, 15 de marzo de 2008

Del silencio que dice tanto


En los últimos días pude (volver a) ver las películas dirigidas por el finlandés Aki Kaurismäki que conforman la “trilogía del proletariado” (como le ha llamado la crítica) o “trilogía de los perdedores” (como prefiere llamarlo él mismo y que creo que sería el título adecuado). Las películas son: “Sombras en el paraíso” de 1986, “Ariel” de 1988 y “La muchacha de la fábrica de cerillos” de 1989. Estas tres películas, filmadas en Finlandia y en finlandés, son resultado de la búsqueda de Kaurismäki por contar una buena historia con la menor cantidad de recursos posibles, un cine sobrio, casi mudo, casi inmóvil.

La definición de este conjunto de filmes como “trilogía de los perdedores” me parece más adecuada, porque Kaurismäki nunca pretendió dar cátedra de la situación de los obreros finlandeses. Sí buscó contar historias donde una constante en la vida de los personajes serán el desempleo, la pobreza, la falta de oportunidades en una sociedad donde lo importante es el capital, el hambre y el desencanto. No son películas de corte político en sí, aunque en última instancia sí son películas donde se muestra la condición del hombre en un mundo industrializado, en la década de la caída del socialismo, en el mundo marginal. Kaurismäki es un utópico, un idealista. Fanático del cine, influenciado por Bresson, Ozu y Buñuel. Es, según sus propias palabras: “Me la paso buscando en los sitios donde todavía quedan restos del pasado. Odio el mundo moderno. Creo que soy un monstruo que nació fuera de tiempo”.

Había visto la primera y la tercera en cine y en momentos distintos. Por alguna extraña razón, había visto fragmentos de la segunda en televisión. Ahora que la Cineteca Nacional proyectó el ciclo del cineasta, puede verlas juntas, una tras otra, convenciéndome de porqué Kaurismäki es un gran cineasta, aunque él diga que no lo es y que no le interesa serlo. Este es un cine donde uno tiene que poner de su parte, Kaurismäki cuenta la historia, pero es en el silencio, en la lentitud, en la soledad y en los rostros fríos e inexpresivos, dolorosos, desde donde se cuenta la verdadera historia.

En “Sombras en el paraíso”, cuenta la historia de dos personajes marginales, un recogedor de basura y una cajera de supermercado que pierde su empleo. Se conocen, se cortejan, se separan, deciden juntarse otra vez e intentan enfrentar su condición marginal estando juntos. El silencio está presente en toda la historia, la mirada fría de todos los personajes habla de sus angustias, su desencanto. Estos dos perdedores serán “salvados” por Kaurismäki al final de la película: la sonrisa llenando el rostro de Ilona (interpretada magníficamente por Kati Outinen) al final de la película y la decisión de Nikander (Mätti Pelonpää, fantástico) por llevarse a Ilona a un viaje relámpago a Estonia, son la utopía que se vuelve realidad. Ellos se van, la tristeza queda del otro lado del mar.

“Ariel” parecería, en momentos, una comedia de equívocos. Taisto Kasurinen (interpretado por Turo Pajala) conocerá a Irmeli (Susanna Haavisto) pero antes dejará su pueblo natal al cerrarse la mina donde ha trabajado toda su vida, verá morir a su padre, manejará su Cadillac convertible en el frío y lo asaltarán al llegar a Helsinki. Taisto e Irmeli se conocen y deciden (¿soledad? ¿apatía? ¿nada mejor que hacer?) compartir la vida juntos, pero Kasurinen será encarcelado al tratar de hacer justicia por mano propia: aquí Kaurismäki critica fuertemente al Estado que todo lo ve y todo lo juzga, excepto al verdadero crimen y al verdadero culpable. En prisión, Kasurinen conoce a Mikkonen (Pelonpää, otra vez, silencioso e inexpresivo, ¡ma-ra-vi-llo-so!) con quien logra fugarse de la prisión y quien le marca el camino para salir de Finlandia. Mikkonen muere (en una escena que invariablemente hará reír al público), Taisto, Irmeli y el hijo de ella huyen en el carguero Ariel que los sacará de Finlandia, rumbo a México. Otra vez, los marginales encuentran la redención en la huida. Justamente es con esta película que la crítica “decide” que Kaurismäki está haciendo un planteamiento político sobre el proletariado (aunque entre “Sombras en el paraíso” y “Ariel” hay además un largometraje y tres cortometrajes).

“La muchacha de la fábrica de cerillos” tiene en Kati Outinen (interpretando a Iris) al personaje central de la historia. Una mujer joven obrera trabajando en una fábrica de cerillos. El ruido de las máquinas substituye a la voz humana, no hay diálogos, la soledad es enorme y la vida se va día a día entre cajas de cerillos que van pasando frente a los ojos de Iris, personaje silente e inexpresivo. Iris no se comunica, es ajena a lo que ocurre en el mundo, se encierra en sus novelas, escucha la radio en otro idioma, participa de la vida como mera espectadora. Por lo mismo, es terriblemente ingenua y se enamora (obsesiona) de un hombre con quien tuvo relaciones una noche, le rompen el corazón, se embaraza, le rompen el corazón otra vez, aborta por un accidente, la corren de su casa, compra veneno para ratas y sonríe. Cobra venganza, no sólo del hombre que la desilusionó, sino de la vida en sí. Su botella de mata ratas en su bolso es la llave libertadora, Iris encuentra la salida y fuga. Lo marginal gana, cobra sus cuentas y acepta, tranquilamente y sin resistencia, su castigo.

En mi opinión: me gusta mucho el cine de Kaurismäki, es un cine que dice cosas, que no se sostiene en efectos especiales, en tramas complicadas, en paisajes vistosos, en actuaciones explosivas. Es un cine lento, un cine silencioso como la humedad, avanza y va dejando huella. Es un cine que no busca trascender y quizá, por eso mismo, lo logra.

martes, 11 de marzo de 2008

primer acercamiento


desde hace tiempo vi la pregunta escrita en un muro en buenos aires, al sur. preguntaba el muro si acaso sabía de qué lado del espejo me encuentro. a la fecha no lo sé. el insomnio a veces parece acercarme a la respuesta, pero siempre vuelve el amanecer. la rutina hace que uno olvide la pregunta. a veces la respuesta es clara. a veces el espejo está vacío. veamos que pasa.