entre los pocos versos que sé de memoria hay uno de allen ginsberg
que dice:
“Where are we going, Walt Whitman? The doors close inan hour. Which way does your beard point tonight?”
hoy, 31 de mayo, walt whitman cumpliría 195 años. las velitas en
su pastel harían un incendio. como lo fueron sus versos cuando los escribió en
el siglo xix. un incendio como cuando sus versos se leen ahora.
en el mundo mitológico de la poesía ahí está, gigantesco walt
whitman. sentado, enorme poeta, solitario, con su enorme barba y su sombrero,
sus ojos tristes. mira a través de su ventana en un mundo donde aún no hay
electricidad, recuerda la piel de aquel muchacho que acarició y besó (aquel
muchacho que son cientos de hombres y mujeres a los que acarició y besó y que
el mundo desaparecía al estar con ellos/en ellos), recuerda que tuvo su sangre
en sus dedos y le dijo que todo iba a
estar bien. recuerda los veranos interminables. recuerda el paso del tiempo,
el paso de su adorado río paumanok junto al que caminó tantas veces,
perdiéndose entre sus propios pasos y los árboles, entre la maravilla de la
vida y la maravilla cotidiana que es el cuerpo, haciendo versos que hablaban
con todas sus palabras de ese centro que
era el bajovientre de un hombre, el olor de una nuca, la piel al amanecer en
aquel siglo xix, tan lejos ya. otro mundo.
walt, enumerador de la vida, enumerador de los misterios, de las
palabras que valían la pena, de las penumbras y los caminos recorridos,
enumerador de huesos, pieles y cicatrices. walt, querido walt. qué lindo es
festejar tus multitudes en este frío y lluvioso mayo, desde otro idioma, desde
otro tiempo y otra geografía.
(¿qué harías hoy día walt whitman?)
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