a propósito de nada y de todo: hace unas
semanas fui al centro cultural universitario tlatelolco a ver la proyección de
una película que he visto por pedazos en la televisión en un par de ocasiones,
uno de los clásicos del cine mexicano: “del brazo y por la calle”, dirigida
por juan bustillo oro en 1956.
es una buena película mexicana, un claro
ejemplo del cine que se hacía en aquel entonces. blanco y negro. actuación un
tanto exagerada. drama urbano. el amor que tiene que luchar contra el hambre,
la pobreza y el qué dirán.
tiene sus esterotipos dramáticos: ella, maría
(marga
lópez), es la sumisa, la buena ama de casa, la que limpia, la que hace
que rinda el dinero, la que se encarga del hogar y que siempre sacrificará su
felicidad por la de su marido. él, alberto (manolo fábregas), es el
que manda, el que provee, el que determina el destino de la pareja, el que
tiene la última palabra, el que llega a casa y se sienta a que le sirvan de
cenar.
pero, para la época, es una película de
avanzada. en la forma: largos planos secuencia, diálogos largos, toda la
película sostenida únicamente por dos actores, no hay ni otro actor, ningún
guiño cómico, ningún diálogo fuera de la relación de pareja que conforme pasa
el tiempo cada vez están más solos.
en el fondo: una sexualidad plena de dos esposos que se tocan, que se desnudan,
que hablan de lo que pasa, la marginalidad de los personajes (ya se había
estrenado “los olvidados” de buñuel en 1950, pero la pobreza y el hambre
no eran invitados frecuentes a las pantallas nacionales cuando se hablaba de la
ciudad o del presente), la infidelidad como venganza, la confianza desgarrada.
la película tiene tres créditos al inicio, los
dos actores, marga lópez y manolo fábregas y el tercer crédito es para la
ciudad de méxico. es uno de los aciertos más importantes de la película. la
ciudad como personaje. como un ente viviente: presente, que hace ruido, que
impone su presencia con luces, con pobreza, con avenidas, con progreso. es un
méxico que no existe más (los trenes, nonoalco tlatelolco como fin del mundo y
arrabal de la peor de las pobrezas, la ciudad que “está decidiendo ser ciudad y dejar de ser pueblo”*. esa era la
ciudad de méxico de 1956, la ciudad ya nunca será eso otra vez, pero lo humano,
el drama humano entre maría y alberto (cambie usted los nombres, revuelva los géneros, da igual) se repite y se repite y cambian las
formas pero el fondo es el mismo: pese al tiempo, sigue siendo vigente.
conforme veo la película, crece.
vale mucho la pena verla (decía, la he visto
en pedazos, esta fue la primera vez que la veo completa), un buen clásico y
bastante olvidado y vale mucho la pena estar atentos a lo que programa y exhibe
el centro
cultural universitario tlatelolco, uno de los espacios más increíbles
de nuestra ciudad.
* (gracias lalo, por este concepto)
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