lunes, 8 de julio de 2019

releer tokio blues


“Todos somos personas que nos hemos doblado en algún punto, que nos
hemos torcido, que no hemos podido manteneros a flote y nos hemos
hundido deprisa. Yo, Kizuki, Reiko. A todos nos ha ocurrido lo mismo.
¿Por qué no te gusta la gente corriente?”
Haruki Murakami


***
lo primero que leí de haruki murakami (kioto, 1949) fue “tokio blues” (1987). lo leí en noviembre del 2008. recuerdo que fue un momento muy importante, un definitivo momento antes-después: el libro me duró poco tiempo, lo devoré, me encantó, tenía ante mí a un autor desconocido del que algunos amigos me habían hablado y me habían regalado algunos libros. acababa de regresar de mi viaje a japón. de ese primer libro, casi once años después: no recordaba casi nada.


recordaba que: es el menos fantasioso de los libros de murakami, que hay una historia de amor inconclusa, que watanabe logra transmitir una sensación de adormecimiento ante lo que le sucede con naoko, que había un bosque. recordaba que era un libro triste pero no recordaba qué tan triste. recordaba que había música pero no que había libros. no recordaba a midori y sus chantajes y caprichos ni sus mini-minifaldas, no recordaba a reiko y sus arrugas, no recordaba a nagasawa, ni a hatsumi, ni a kizuki. recordaba que era una historia entre dos personajes. recordaba que no había seres imaginarios ni cambios en la percepción de la realidad. no recordaba que a naoko le costara trabajo hablar. no recordaba que hubieran tantas cartas, que se escribieron y que se leyeron y que se quemaron. los personajes escriben cartas y esperan respuestas, el correo funciona, se describen por dentro y saben acercarse a los otros o guardar silencio. no recordaba que fuera una novela de personas que se hubieran doblado por dentro, que no supieran elegir las palabras. después de devorar esta novela, no dejé pasar ni un día y entré en otras novelas de murakami que me enloquecieron porque entendí ese misterio murakamiesco del desdoblamiento de la realidad: “kafka en la orilla” (2002) y “crónica del pájaro que da vuelta al mundo” (1995). no recordaba que no había subrayado ningún párrafo.

en “tokio blues” si aparecen los temas y referencias que uno encuentra en murakami: gatos, gente que bebe alcohol y bebe café, cosas que se comen en casa, gente que se traslada en tren, la música que escuchan los personajes, la rutina, los encuentros con personas que cambian la vida, la tensión sexual, pero no hay dimensiones paralelas, monstruos, entidades, misterios a descubrir para salvar una vida. creo que es la novela más triste del escritor japonés, el personaje watanabe se hunde en tristeza y eso se transmite increíblemente.

de alguna manera, ya conociendo casi toda la obra de murakami traducida al español, lo que le sucede a naoko si es un desdoblamiento de su realidad: por dentro ella no está en el mundo real, mientras que watanabe sigue en la misma dimensión de siempre. para naoko el mundo se fractura y lo que percibe la llena de sombras, la imposibilita a moverse, la obliga a guardar silencio. el viaje que hace watanabe me recuerda a lo que hace el personaje de “la muerte del comendador” (2017) antes de llegar a la casa donde sucederá todo. no hay una lucha épica para restablecer la normalidad.


algunas cosas que suceden: la música detona recuerdos y construye la memoria, se habla de los beatles, de la música folk estadounidense, de bach y mozart, de radios y de aparatos reproductores de discos; se habla de la novela “el gran gatsby” (1925) de f. scott fitzgerald que es la novela favorita del escritor, se habla de escritores y de filosofía, todos leen y hay librerías, libros y bibliotecas; los personajes hablan y comparten ideas pero también se sienten cómodos compartiendo el silencio juntos, en esta novela el silencio habla también, tanto en la relación entre naoko y watanabe, como lo que sucede entre midori y watanabe; ya lo escribí antes, en esta novela se escriben muchas cartas; se habla del destino, son personajes que no tendrían que encontrarse pero se encuentran, un gesto, un diálogo, un amigo en común y se hunden en la madeja del tiempo; se habla del sexo gozoso y de cierta incomodidad del sexo casual, se habla de semen y de penetración, se habla de pornografía y sadomasoquismo, de fantasías, de cosas de las que hablamos cuando tenemos relaciones sexuales pero que no hablamos con otros; se habla de las promesas, de lo que se dice en voz alta y queda suspendido en el aire como un compromiso, se habla también de la libertad, de elegir el lugar donde queremos estar o si ha llegado el momento de irse; se habla de que la alegría hace que los personajes se muevan: “Estábamos vivos y teníamos que preocuparnos por seguir viviendo.”; se habla de la vida, aunque la vida y la muerte sean parte de un mismo proceso.

escribe murakami: “Tal como te dije antes, hay que tener paciencia. Ir desenredando la madeja, hilo a hilo, sin perder la esperanza. Por más negra que esté la situación, el hilo principal existe, sin duda. Cuando uno está rodeado de tinieblas, la única alternativa es permanecer inmóvil hasta que sus ojos se acostumbren a la oscuridad.”

ahora, tras la relectura, once años después, mi libro está bastante subrayado. Releer siempre será una sorpresa, uno vuelve a visitar el libro pero también uno vuelve a visitarse a uno mismo, es una de las maneras de la construcción de la memoria.

me gusta y me sorprende y me intriga también que el libro inicie con la frase: “Para muchas festividades”.

(mi copia del libro es la edición de tusquets del 2005, traducción del japonés de lourdes porta)

(hay una película que no he visto, es del 2010 y la dirigió el increíble director vietnamita tran anh hung. me da miedo ver en cine una adaptación de un libro que disfruté y que habla de lo que sucede dentro de uno)

(las ilustraciones son de rut pedreño criado, @aidunnou, y las tomé de este link: https://www.domestika.org/es/projects/438633-tokio-blues)

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