“Time is never
time at all
You can never
ever leave
Without leaving
a piece of youth”
Billy Corgan
ya cumplió sus primeros 20 años. apareció
en octubre de 1995.
lo primero que supe, porque lo vi
físicamente, fue un era un disco doble, las ilustraciones eran hermosas y el
grupo se llamaba "the smashing pumpkins" (la alineación original, los
que se juntaron alrededor de billy corgan entre 1988 y el 2000: james iha,
d’arcy wretzky & jimmy chamberlin).
nunca los había escuchado, pero las
imágenes en el disco doble me recordaban a “el viaje a la luna” de george
méliès, aquella primerísima película de ficción filmada en 1902 (sin
esa película la historia del cine habría cambiado, pero esa es otra historia).
me pareció que el título era divertido: "mellon collie & the infinite
sadness": eran años de descubrir cosas, nombrar el mundo y
descubría la poesía de e. e. cummings, así que la presencia
del símbolo ampersand en el título me
emocionaba enormemente. era, repito, 1995.
luego fue comprarlo y maravillarme.
escucharlo y sorprenderme conforme pasaban las 28 que parecían un ataque de
neurosis: calma, tranquilidad, furia, ternura, calma, sueño, pesadilla, rabia,
desencanto, viento, calma, historias breves, vampiros, el viaje a la luna, la melancolía
en los dedos, humedades contando fragmentos del tiempo que apenas comenzaba,
historias de cuando ellos eran (más) jóvenes, de nuevo rabia y furia, otra vez
calma, una canción de cuna. cada uno de los dos discos tiene 14 canciones y el
recorrido no fue (no es) un viaje necesariamente placentero.
en el primer disco, “dawn
to dusk”, el paso de la tranquilidad (la piel en calma) de "tonight,
tonight" a la rabia desbordada (objetos rotos, rabia furibunda) de
“zero”,
“bullet
with butterfly wings” y “fuck you (an ode to no one)” para
volver a la calma y los extraños sonidos de “cupid de locke” y “galapogos”
y volver a la neurosis abierta con la increíble “muzzle” y luego regresar
a la calma pre-post-rock de la
interminable “porcelina of the vast oceans”.
el segundo disco es menos dócil, “twilight
to starlight”, empieza enojado y con la absoluta desesperación y
desencanto de los años noventa y así “1979” y “thirty-three” se vuelven
breves oasis ante la furia para llegar a la absoluta quietud de las cuatro
canciones del final. el disco empieza con una pieza instrumental, una especie
de obertura, y termina casi inmóvil, casi en silencio.
después de escucharlo era cosa de
volver a empezar y volverlo a oír una y otra vez. y después fue buscar “siamese
dream” (1993) y “gish” (1991) y dejarse acompañar
por la música de the smashing pumpkins por años, escucharlos en vivo, comprar “adore”
(1998) y escuchar una sola vez “machina/the machines of god” (2000)
y sentir que algo se había perdido en la música que habían hecho y que no
volvería. no he querido escuchar los últimos tres discos, me quedo con la
sensación de maravilla, sorpresa y enojo adolescente de ese gran disco de 1995.
qué año.
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