vuelvo a ver “la muchacha de la fábrica de cerillos”
(1989) del finlandés aki kaurismäki. noche de lluvia y frío en la ciudad de
méxico, solo en casa.
es una de las películas más tristes de la historia
del cine.
y de las más hermosas.
curiosamente cada vez que la veo se vuelve más
fuerte y más grande y más triste. el personaje que interpreta la actriz kati
outinen de manera maravillosa, con un rostro increíblemente triste e
inexpresivo, refleja la derrota, la pérdida de toda ilusión y de todo contacto
con el mundo real. ella, obrera de una fábrica de cerillos, triste, sola, que
mantiene a su madre y el amante de su madre, que les cocina y les plancha, que
nadie la saca a bailar, que casi no le oímos su voz porque a nadie le importa
lo que tenga que decir o sentir este personaje, se enamora, cree que todo
saldrá bien, le rompen el corazón, le rompen los pedacitos rotos del corazón
roto y entonces, sigue sola y triste, pero se empodera del momento y la vemos
sonreír.
curiosamente, también es una película de su tiempo
físico, 1989. mientras se filmó sucedió la matanza de tian’anmen en china. el
director, uno de los grandes enormes del cine, toma esa imagen mítica del
hombre con su bolsa de mandado deteniendo una columna de tanques para reforzar lo
que sucederá con iris: todo lo perderá, pero “dirá” lo que tiene que decir: le
hará frente a una columna de tanques, comprará el veneno para ratas.
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