martes, 8 de mayo de 2012

haciendo memoria

la noche del sábado escuché a patti smith en vivo. cantó, por primera vez en méxico, en el museo anahuacalli (¿diseño de diego rivera, construcción de juan o’gorman?). noche de luna llena, aire frío y lluvioso de mayo. la experiencia fue increíble, fue perfecta: voz poderosa, actitud en el escenario, todo lo que significaba estar viendo a esta leyenda del rock, ahí, a metros de distancia. ver sus manos moverse, ver su sonrisa franca, escucharla adentro de mi sangre. fueron poco más de dos horas de maravilla, de pasear por la historia de su música, de escucharla hablar de libertad, de lo que ha perdido, de lo que piensa que es el futuro, de lo que piensa que se puede lograr si tan sólo uno se pone de pie y hace aquello que se propone.


cantó “my blakean year”, canción que me encanta.

http://www.youtube.com/watch?v=ymmPc7qpFww

antes de comenzar la canción comenzó a cantar una historia personal. ella llegó a la ciudad de méxico por primera vez en 1970, buscando algo (platicando con christian concluí que venía buscando la ciudad donde kerouac, burroughs y ginsberg llegaron hacía mucho tiempo), que aquí se sintió libre y luego cantó “my blakean year”. su homenaje al gran william blake. a vencer el miedo.


pero de lo que yo quería hablar era de otra cosa. el primer disco de patti smith que tuve fue “horses” (1975). llegó a mis manos por una extrañísima coincidencia. estaba buscando discos, a ver que encontraba. y encontré una foto que conocía, de robert mapplethorpe, uno de mis fotógrafos favoritos, como portada de un disco. “horses”. poéticamente la palabra me parecía genial, revisé el listado de canciones y lo compré, además reconocí su nombre: era de la chica que hacia un coro increíble en un disco de r.e.m., “new adventures on hi-fi”. eso fue más o menos por 1997. hace quince años.

recuerdo la sensación al poner el disco en casa (cd): comienza el disco por “gloria” y recuerdo haber sentido escalofríos, algo sucedía. la sorpresa y la fascinación crecían, era de noche, y de pronto vino la canción: “Land (Horses/Land of a thousand dances/La mer(de))”. a partir de ese momento la fascinación sería enorme. al terminar de escuchar el disco pensé que era un disco totalmente nuevo y, oh sorpresa, no. había nacido un año antes que yo. 1975 y el disco sonaba tan contemporáneo como pocas cosas. y de ahí entré en la espiral necia y obsesiva por escuchar todo y tener todos sus discos y descubrí que había sido esposa de mapplethorpe y que era poeta y que era amiga de michael stipe de r.e.m. y de allen ginsberg y de william s. burroughs y que era la madrina del punk. “gone again” (1996, su regreso a la música tras 8 años de silencio y luto)y “peace and noice” (1997) se volverían discos fetiche, con canciones fetiche, obsesiones recurrentes. durante algunos años (¿1996? ¿1997? hasta el 2000) la escuché mucho. después dejé de escucharla, de pronto venía a mi cabeza y me fascinaba. la escuchaba caminando. la escuchaba en insomnios. y fue en 2010 en que volví a ella: sus discos “twelve” (2007) y “trampin’” (2004) me volvieron a hechizar. poesía, presencia y magia, algo así.

en estos últimos años, patti smith forma parte de mis referencias recurrentes, de mis obsesiones, de mis inspiraciones. y me doy cuenta que ha estado ya por varios años a mi alrededor y eso es increíble. y haberla escuchado en vivo, en esta ciudad, fue más increíble aún. hechicera de la voz. gran maga. enorme, doña patti smith.
(y la verdad, me encanta su sonrisa, su voz y su pelo, así)

(nota: las fotos y video no son del concierto, habrá que conseguir un smartphone para el futuro)

 

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