miércoles, 25 de enero de 2012

buscar / encontrar(se) - leyendo a murakami
















“El cenicero quedó lleno de restos de mi vida”
Haruki Murakami

ser lo que se espera: estudiar, casarse, ser feliz para siempre, tener un hijo, tener un perro, pagar la renta, hacer las compras organizadamente, cuidarse la salud y luego, morir. cumplir un buen ciclo, pleno de “deber ser” y entonces se vivió bien. ¿si? ¿realmente? pasa el tiempo y vienen las obligaciones. el mundo real se hace presente, el tiempo avanza, uno se puede descubrir a si mismo como un personaje extraño, la acción se justifica, si: lo que hago no me define como persona. mi trabajo es sólo un trabajo. necesito pagar las cuentas, pagar la renta, comprar una casa, casarme, ser feliz para siempre. pero algo está fuera de lugar. algo se siente simplemente mal.

y luego vienen los libros de haruki murakami: libros que me hablan directamente. están escritos para mí. me hablan. me conocen. conocen mis sombras y mis rincones, son libros que están vivos porque me reflejo en sus páginas. el conflicto es justamente ese. los personajes de murakami están cómodamente instalados en el “deber ser” y de pronto algo se mueve y no están más donde deberían estar. comienza la búsqueda: búsqueda de respuestas, de tratar de descubrir dónde está el error, de tratar de encontrar el camino a casa. buscar, buscar. buscar como un signo. la búsqueda conduce a lugares inesperados (un pozo, el sur de japón, una clínica mental, un parque infantil de noche, una isla griega, el subterráneo de tokio) y aunque la vida (la real, la del cuerpo) corre un gran peligro, el peor peligro es metafísico.

termino de leer “el fin del mundo y un despiadado país de las maravillas”, novela que murakami escribió en 1985 (la 4ta novela que escribió) y que apareció publicada en español hace poco. ahí suceden dos historias. en una, en el fin del mundo, un hombre de unos treinta años no entiende porqué le han quitado su sombra ni entiende porqué está en una ciudad amurallada, ni porqué hay unicornios ni porque su trabajo consiste en leer viejos sueños y busca respuestas. en la otra historia, en el despiadado país de las maravillas, un hombre de unos treinta años, huraño, con un trabajo estable y solitario, con una vida cómoda, cuenta de ahorros y colección de whisky en casa no entiende porque su última actividad laboral lo lleva a que entren a su casa a destruirle las cosas, lo lleven a un descenso al inframundo, lo amenacen los tinieblos y busca respuestas también. ambos personajes irán avanzando en sus búsquedas y llegarán al punto en que tienen que tomar decisiones. ambos deben decidir si se quedan o si se van. ambos tienen que decidir y arriesgarlo todo. ambos se ven en el espejo y descubren que buscando, encontraron. lo encontrado: ellos mismos. la respuesta está en ellos y deben decidir. sus mundos no quedarán iguales después de que han visto su verdadero rostro.

y creo que ahí reside la magia de la novela. de manera metafísica ¿le habla a una generación de hombres y mujeres que crecimos en el “deber ser” y que sin darnos cuenta (sin vivir aventuras de vida o muerte) estamos buscando y estamos enfrentándonos día a día a una búsqueda de lo que somos, lo que queremos ser, lo que hemos logrado hasta este momento, lo que logramos día a día al llegar de nuevo a casa. ¿estamos satisfechos? ¿estamos dónde queremos estar? ¿qué salió mal en el camino? ¿dónde se nos perdió el individuo y hacemos las cosas porque así es como deben de ser las cosas?

¿ser como el “deber ser” lo marca? no lo creo. cuando se publicaron “bajo la rueda” (1906), “demian” (1919), “siddhartha” (1922) y “el lobo estepario” (1927), todas novelas de hermann hesse, los jóvenes se identificaron con los libros, con ese momento en que había que romper con lo anterior, que había que rebelarse contra los padres, la iglesia, la guerra; que valía la pena arriesgarse y tratar de ser uno mismo. son libros que se leen cuando uno tiene 15, 20 años y te hablan directamente, son justamente lo que estás viviendo, son un espejo. en mi caso fue “demian” el libro que me habló, el libro que, según yo, claramente estaba esperando que lo leyera para saber que, entonces, mi camino era diferente. los libros de murakami son libros que se leen cuando uno tiene 30 o 35 y entonces, te hablan. te susurran, te obligan a verte a ti mismo hacia dentro aunque lo que hay dentro no te guste. Y te obligan a hacer preguntas. Y en mi caso, voy encontrando piezas de mí mismo. poco a poco voy armando mi rompecabezas.

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