lunes, 9 de junio de 2008

Sigur Rós haciendo magia por un rato






El sábado 7 de junio hubo un evento llamado “la colmena”. Se presentaron varios grupos y músicos en un lugar cercano a Tepoztlán rodeado de los enormes cerros. El plato fuerte del festival fue Sigur Rós, los islandeses.

Conocí a Sigur Rós hace ya varios años, por un extraño azar. Era un disco con cuatro canciones y el idioma parecía ser islandés. Color azul marino, letras plateadas. No costaba mucho dinero así que me arriesgué y compré el sencillo de “Svefn-g-englar”, donde por primera vez escucharía esa extraña música, donde por primera vez sentiría esa nostalgia por lugares que no conozco, el escalofrío al escuchar por primera vez otra de la canciones fundamentales para mi: “Viðrar vel til loftárása”. Esto fue en algún momento entre 1999 y 2001, la verdad no lo sé de cierto. Lo que sí sé es que ese sencillo después despareció de mi memoria que se hundía en una extraña depresión y más o menos en 2002, mi buen amigo Lalo, me compartió el video de “Viðrar vel til loftárása”, logrando despertar mi memoria y mi obsesión por este grupo islandés. Por suerte, estoy rodeado de dos muy buenos amigos maniáticos y obsesivos con la música como yo, así que les pregunté y tanto Canek como Ehékatl me dijeron que el grupo contaba ya con 3 discos, mismos que busqué y encontré. El disco “Von” no me entusiasmó demasiado, el disco “Ágætis byrjun” tendría las dos canciones ya mencionadas y varias otras que empezarían a revolotear en mi cabeza. Pero fue el disco de nombre ( ) con sus hermosas ocho canciones sin título y sin idioma las que me enamoraron de Sigur Rós. Este disco, es el mejor para carreteras, para amaneceres fríos, para días de lluvia, para la niebla, para acostarse a dormir mientras afuera hace frío, para disfrutar del viento. Pasaría el tiempo y saldría el álbum “Takk…” que compartiría junto con christian y que se volvería parte importante del soundtrack de nuestras vidas, y ahora, tras la magnífica experiencia de haber visto “Heima”, el documental, estoy a la espera ansiosamente del nuevo y quinto álbum, “Með suð í eyrum við spilum endalaust”.

En fin, yo hablaba de otra cosa: el sábado fue el evento y Sigur Rós se presentó, tristemente el baterista se enfermó por lo que los islandeses tuvieron que hacer una presentación incompleta. Tras varias horas rodeado de los cerros del Tepozteco, la lluvia, las nubes tan cerca, mucha gente, amigos cercanos, pies cansados y narices frías, Sigur Rós apareció en el escenario, hacen magia y comienzan a cantar “Svefn-g-englar”, la piel erizada, el alma inquieta: en verdad eran ellos, era ese momento en vivo e irrepetible Sigur Rós llenaba de belleza la noche. después vendría “Glósóli”, los ojos llenos de emoción, el corazón latiendo fuerte, la felicidad. Luego vendría “Vaka”, wow. Luego un extraño intervalo. La banda de vientos comenzó a entretener al público con algo de música tradicional islandesa y luego el aviso: el baterista estaba enfermo y urgía que lo revisara un médico, la doctora Stephanie, la desilusión y el desconcierto. Pasan minutos y vuelven. Tocan una canción hermosa, que no sé como se llama pero que tocan en “Heima” dentro del contendedor abandonado para pescados… mi piel enloquece y acaricia el aire… luego todo es confuso tocan “Heysátan”, alguna otra canción, no recuerdo el orden y la nueva canción “Gobbledigook” entre estas dos, la euforia es total ante los tambores, la música, la felicidad, y de pronto estallan miles de papelitos por el cielo. La felicidad es enorme. Alguien, con bastante marihuana encima, grita “wey se están cayendo las estrellas del cielo” y si, eso era lo que estaba ocurriendo.

Hermoso Sigur Rós, hermoso, hermoso.

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