jueves, 2 de octubre de 2014

veinte años, dummy.

lunes, 22 de agosto, 1994. esa semana: me descalabré, me perforé la oreja, tuve muchísimo miedo al amanecer oliendo cierta piel, conocí a mi amiga iliana, me inscribí en la facultad en una carrera que no terminé. apareció el disco “dummy” de portishead. ese lunes. veinte años. de ese tiempo quedan pocas cosas: iliana sigue siendo mi amiga, “dummy” sigue siendo un disco poderoso, de los que no me desprendo, que sigue siendo parte de mi hilo musical. casi todo lo demás es diferente.


“dummy” empieza con estas palabras de la canción “mysterons”:

“Inside your pretending
Crimes have been swept aside
Somewhere
Where they can forget”

con ese disco y esas palabras empieza la historia de portishead, el grupo de bristol conformado por beth gibbons, geoff barrow y adrian utley. los primeros años del trip-hop. vendrán después “portishead” (publicado también un 22 de agosto, pero en 1997, obviamente, en el año en que todo ocurrió) y “third” (2008). sería lindo tener un nuevo y cuarto disco, pero esa es otra historia.

“dummy”. son 11 canciones, son 49 minutos. era una época en que se compraban discos (hay los que aún lo hacemos, muy felizmente, defendemos nuestra versión análoga del mundo), se abría el disco, se ponía en el reproductor y se escuchaba, de principio a fin. lo compré junto con otros dos, llegué a casa de noche, los abrí y los fui escuchando. cuando comienza “mysterons” supe que escuchaba algo revelador, un descubrimiento, algo conmovedor y agridulce. en la segunda canción, “sour times”, el disco me tenía inmóvil. con la quinta canción, “wandering star”, era inevitable perder el aliento, la melancolía desbordada. en la octava canción “roads”, la más absoluta maravilla: todo el placer del dolor bonito. ahí hay un momento antes-después de mi vida, no lo dudo: después de escuchar ese disco, las notas finales de “glory box” cerrando el disco, esa noche, ese lejanísimo agosto de 1994, algo había cambiado para siempre. había vivido la experiencia de escuchar música para el tacto.



de ese disco, la canción “roads” me sigue erizando la piel cada vez que la escucho: veinte años después sigue siendo nueva, mágica, nostálgica, feroz. poderosa como pocas:

“Oh, can’t anybody see
We’ve got a war to fight?
Never found our way
Regardless of what they say

How can it feel this wrong
From this moment?
How can it feel this wrong?”


(acá, la versión en vivo, del “roseland nyc live”)


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